By: admin Encendido: 11 julio, 2025 In: Home, LOPD

La privacidad postcuántica: un nuevo derecho digital para la era cuántica.

La revolución cuántica está en marcha, y con ella se abre una nueva etapa en la relación entre tecnología y derechos fundamentales. Uno de los aspectos más destacados de la Estrategia de Tecnologías Cuánticas de España 2025–2030 es el reconocimiento explícito de la privacidad postcuántica como un nuevo derecho digital. Este planteamiento supone una innovación normativa de gran calado, que anticipa los desafíos de un futuro donde las actuales garantías de seguridad digital podrían quedar obsoletas.

La computación cuántica promete resolver problemas de enorme complejidad en tiempos impensables para los ordenadores clásicos. Sin embargo, esta capacidad también representa una amenaza: los algoritmos criptográficos que hoy protegen nuestras comunicaciones, datos personales, bancarios o incluso secretos de Estado, podrían ser fácilmente vulnerados por un ordenador cuántico suficientemente potente. En ese contexto, garantizar la protección de los datos dejará de ser una opción tecnológica para convertirse en una urgencia jurídica.

Ante este riesgo, la Estrategia española propone que la privacidad postcuántica sea reconocida como un derecho digital de nueva generación. No se trata solo de actualizar los protocolos de ciberseguridad, sino de elevar la protección frente a ataques cuánticos al mismo rango que otros derechos fundamentales en el entorno digital, como el acceso a Internet o la protección de los datos personales bajo el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD).

Este nuevo derecho implica que la ciudadanía debe poder confiar en que sus datos seguirán protegidos incluso en escenarios donde la tecnología cuántica pueda romper los sistemas de cifrado actuales. Además, introduce el deber de los poderes públicos de anticiparse al cambio tecnológico, promoviendo el desarrollo e implementación de sistemas de criptografía postcuántica —algoritmos diseñados específicamente para resistir ataques de ordenadores cuánticos—.

El reconocimiento de este derecho también plantea importantes desafíos éticos, técnicos y legislativos. A nivel normativo, habría que analizar cómo se integra con los marcos legales existentes, tanto a nivel nacional como europeo. A nivel técnico, se requerirá una transición ordenada y segura de infraestructuras digitales, especialmente aquellas que manejan datos sensibles, hacia soluciones cuántico-resistentes. Y desde un punto de vista ético, será esencial asegurar que esta transformación tecnológica no agrave las brechas digitales ni excluya a sectores de la población por falta de acceso o conocimiento.

Por otra parte, la privacidad postcuántica refuerza la idea de soberanía digital: los Estados deben poder proteger los datos de su ciudadanía sin depender exclusivamente de soluciones desarrolladas por terceros países o grandes corporaciones. Esto se alinea con los objetivos de autonomía estratégica promovidos por la Unión Europea en el ámbito digital y tecnológico.

En definitiva, la privacidad postcuántica como nuevo derecho digital no es solo una respuesta a una amenaza futura, sino una oportunidad para reafirmar los principios democráticos en la era cuántica. Reconocerla ahora, antes de que la amenaza se materialice, demuestra visión estratégica y compromiso con una transformación digital segura, ética y centrada en las personas.